¿Obesos de familia
o familia de obesos?
Relación entre el lenguaje
y la obesidad - La auto-conciencia de obeso y su
incidencia en los que viven a dieta
LA
OBESIDAD ES EL PRODUCTO DE UNA MANERA DE HABLAR Y
DE HABLARSE
DE
UNA MANERA DE PENSAR Y PENSARSE
Las palabras no son
inocentes ni ajenas a nuestra manera de sentir.
Dependiendo de en qué medida un asunto nos importe estaremos más sensibles a
determinadas palabras (relacionadas con el asunto) y menos sensibles, o completamente
indiferentes a otras. Palabras como “obesidad”,
“dieta”, “sobrepeso” vibran y generan fuertes
emociones en aquellos para lo cuales la obesidad es un
tema candente, angustiante. Se percibe cargada de
emoción especialmente entre quienes se consideran obesos de familia
o
procedentes de familia de obesos. Los naturalmente
delgados, solo pueden obtener una aproximación a estos
impactos emocionales generados por la
palabra.
Entendida como
enfermedad, la obesidad, como prácticamente
la mayoría de las enfermedades debe considerarse la
materialización de la conciencia. Es un fruto; la raíz
del mismo es de naturaleza emocional-mental. Esto
no debe causar asombro: el recién nacido es también la
materialización de emociones, sentimientos y
pensamientos que alguna vez tuvieron lugar en la mente
total, y fueron incubándose hasta que al cabo de
unos meses se materializan en algo concreto y lleno de
vida. La obesidad es una manifestación del cuerpo
reflejando una actitud, ideas, sueños que se engendran
en el mundo interior. Lo mismo
ocurre con su contrapartida, la extrema delgadez, o con la debilidad.
La obesidad, más precisamente, el sobrepeso, es
la materialización, la parte palpable y visible de
estos procesos mentales emparentados con en el acto de
comer mientras se soporta la
ansiedad. Pero la ansiedad es también una producción
mental; y en tanto producción mental, podemos
reproducirla, re-diseñarla para obtener mejores
emociones y mejores producciones.
Cuando la obesidad es producto de una manera de comer
(comer por ansiedad,
por ejemplo), cae de maduro que el engrosamiento del
cuerpo es el resultado de esta conducta
inapropiada, de este desborde de alimento por sobrecarga
emocional. Pero el sobrepeso no solo es el
resultado de la manera de comer, de la clase y
cantidad de alimentos ingeridos, es también lo
que resulta de lo que uno incorpora mentalmente; es
decir, de lo que uno elige ver, enfocar, decir
y decirse en medio de ese estado ansioso que obliga
a comer. La mente procesa material virtual (ideas,
recuerdos, ilusiones, etc) de un modo tan parecido al
sistema digestivo que la sabiduría popular no pudo
evitar reflejarlo en todos los idiomas. Uno
literalmente "mastica" ideas,
"engulle" ambiciones, rechaza o "digiere
mal", algunas experiencias de vida, se
"traga" emociones, "digiere lento"
algunas palabras,sugerencias, etc. Mientras come con angustia, el individuo se
dice cosas y recrea cosas en su conciencia. Siente; y su
metabolismo reacciona a sus sensaciones y sentimientos.
Sin duda el metabolismo, cuya función vital está
regida por fuerzas inteligentes termina procesando ese
material virtual: la
energía de emociones, sentimientos y pensamientos.
Traduce material virtual en materia concreta. Todas las
personas procesan; no solo los gordos. Mientras que los
gordos acumulan y retienen esa materia concreta, los
delgados, la rechazan, la expulsan de sus organismos
mediante toda suerte de recursos del sistema: orina, materia fecal,
mucosas, o en forma de energía calórica como la
transpiración, el orgasmo, etc.
Cuando comemos por
ansiedad y engordamos, no debemos concentrarnos
exclusivamente en
restringir la ingesta, o medir las calorías en los
alimentos que ingerimos pues tal enfoque es superficial
y a juzgar por la experiencia, los buenos resultados
duran poco. Cuando comemos por ansiedad y engordamos lo
que se debe curar es el estado ansioso.
Quien come convencido
de que es obeso y de que va a engordar, metaboliza
además de los alimentos, esta idea de que "va a
engordar". Con esta referencia in-mente, su sistema
metaboliza los alimentos ingeridos de un modo
diferente de aquél que come de un modo natural, sin
problemas, ansiedades alrededor de su figura, sin conflictos
ni temores relacionados con su metabolismo ni con la
comida. Esta persona con el asunto "adelgazar"
presente en su conciencia , que se siente emocionalmente
vinculada y afectada por términos como
"obesidad", "sobrepeso",
"engordar", "dieta",
"calorías", mientras come se habla, piensa, elabora
imágenes claras o difusas que refuerzan en ella sentimientos negativos y
expectativas negativas respecto de la comida y la
reacción de su organismo. Por lo general, se dice cosas negativas,
pesimistas que otros no se dicen al comer.
Esta cadena de palabras, imágenes, sensaciones y
sentimientos toma parte activa en el metabolismo y lo
afecta. El metabolismo se
encarga de reflejar este proceso.
La
mayoría de las personas que han establecido un vínculo
enfermizo con la comida han adoptado también una manera
ofensiva de hablar de sí mismas o de su organismos. Son
las que mejor se dejan engañar (cuando no asustar o
apurar) por
argucias manipuladoras de la cual es víctima. Por
ejemplo, la manipulación del lenguaje publicitario. El
lenguaje publicitario cuyo único objetivo es vender,
está cargado de
imágenes y slogans muchas veces ofensivos. Los conocemos, nos resultan
familiares. Tomamos por simpáticos a algunos, por
exagerados a otros. Creer o convencerse de que los
tomamos con
liviandad y que dejamos pasar sus mensajes constituye el primer
engaño.
A
la publicidad poco le importa el criterio o sufrimiento
ajeno. El objetivo de la publicidad es vender.
Para ello, necesita ocupar
un lugar en la conciencia desde donde machacar sobre el
producto maravilla de la campaña en cuestión. Y lo
logran; cuanto más inocente, serio, profesional nos
resulte un mensaje publicitario, más fuerza subliminal
tiene. Para productos tales como fitness, alimentación,
calidad de vida, resfríos, gripes, dentífricos,
remedios naturales, alergias, y enfermedades
menores, muchos avisos publicitarios se presentan
como informes médicos; este tipo de avisos ingresa en
la conciencia sin mayores resistencias; se incrusta de
este modo una creencia popular que burla los filtros de
la razón y consigue inspirar esa confianza necesaria
que antecede a toda compra. En el peor de los casos, con este lugar
ganado en la conciencia, el producto promocionado
obtiene el beneficio de la duda. El cliente potencial gasta
demasiada energía pensando o averiguando si lo que dice
el comercial será cierto o no.
Pero
no solamente a la publicidad le importa poco el
sufrimiento ajeno ni únicamente la publicidad
vive de él. Lamentablemente, muchos profesionales
de la salud se comportan con mezquindad similar
ofreciendo servicios y ayuda que invitan a la sospecha a
la persona que piensa y reflexiona.
Abundan los tests (desde luego, gratuitos) disponibles
desde Internet o en revistas, para definir la tendencia
a la obesidad. Si se estudian estos tests con seriedad
observaremos que prácticamente el 80% de la población
mundial está en "riesgo". Estos profesionales,
adhiriendo a ese sueño imposible: el delirio de la
juventud eterna y de la frescura y belleza juvenil, parecen olvidar que los tejidos de una persona de 50
años difieren de cuando tenía 20 años. Sin embargo,
alientan hacia el desprecio por la adultez e intentan
ganarle una batalla absurda al tiempo. Fuerzan
tiránicamente un horror muy redituable para ellos. En
este mundo obsesionado, con un
concepto pre-fabricado de belleza (que es más de
plástico que plástica), se hace mucho daño a aquellas
personas sugestionables que se dejan convencer con
pautas y conceptos orientados en contra de la
naturaleza. Aún en estado de buena salud, demasiadas
personas caen en la trampa: se sienten enfermas, obesas,
en peligro, y entonces sí que se meten en serios riegos
probando cuanto tratamiento prometa satisfacciones
inmediatas en una loca búsqueda de bajar de peso en
tiempo récord. Tal como nos advierte la sabiduría
popular: El camino hacia el infierno está plagado de
buenas intenciones, y el que calla otorga.
No es de extrañar, por lo tanto, que tantos profesionales de la salud
no solamente evidencien con su silencio un
suspicaz acoplamiento a una forma solapada de
discriminación, sino que además representen
las voces cantantes más rabiosas contra los auténticos
remedios naturales porque, si bien es verdad que en la
jungla del culto a la belleza y a la juventud eterna, nunca faltarán los
aprovechadores vendiendo de todo un poco, los
auténticos remedios naturales echan por tierra sus
negocios. Negocios cuyo basamento consiste en
estimular la auto-descalificación y los estados de
insatisfacción y desdicha empezando por los
medianamente excedidos. Y la palabra seria del médico que se presume
serio funciona como el más poderoso slogan de todos los
imaginables. Así ha quedado en buena parte del
imaginario popular que quien se ayuda con remedios
naturales está siendo poco serio, o se encuentra en
espléndido estado de salud y no necesita ayuda ni
remedios.
Como
todos sabemos, el
slogan es parte integrante crucial de todo comercial.
Porque el slogan ocupará un espacio en todo diálogo
interior vinculado al tema de la campaña en cuestión.
Para el asunto "adelgazar", siempre habrá un
slogan a pedir de boca en todas las mentes cultas o
incultas, informadas o desinformadas. Todo el mundo
tiene en sus mentes instalado un slogan que desencadena
una serie de imágenes que desencadenan a su vez, una
serie de conceptos y una "solución";
conceptos y solución que se recitan de memoria y sin
cuestionar. No es de extrañar si tal como afirman, el
efecto placebo es el mejor amigo de la publicidad; y la
publicidad es la mejor amiga del efecto placebo. En
el ámbito de la medicina, el problema
surge y se profundiza cuando el mensaje-aprendizaje
publicitario invade las calles; cuando se repiten
inconcientemente slogan y bondades del producto en la sala de espera
de los
consultorios médicos, ente vecinos, en los gimnasios,
en las casas de dietética, en las farmacias, y en todo entorno vinculado al
negocio del fitness, salud y calidad de vida.
Con los remedios de probada eficacia, no se observan
mayores peligros. Sin embargo, con los remedios en
proceso de observación, los que se promocionan en
poblaciones "testigo" sobre las que el área
de investigación y desarrollo del laboratorio pone a
prueba, los peligros no brillan por su ausencia.
Cuando el slogan se repite adentro mismo del
consultorio médico el riesgo asciende hacia una nueva
dimensión. Con el pase de la palabra autorizada del
médico, la persona ingresa sustancias en su organismo y así es que tantos
productos
maravilla se han venido tragando sin decir palabra;
sin saber a ciencia cierta qué riesgos se está
corriendo, qué consecuencias tendrá en el futuro hasta
que al cabo de un tiempo el individuo se entera de fue
un número más en las estadísticas alarmantes alertando contra la toma de
justamente aquel remedio o producto que estuvo tomando
durante un tiempo y con fenomenal liviandad confiando en
la recomendación de su médico. En paralelo existe una fuerte
campaña instando a desconfiar de los remedios
naturales. Fuertes campañas enseñan a las personas a
desconfiar de lo que se denomina "medicina
alternativa" o remedios naturales. Desde luego, las
personas aprenden a desconfiar de estos productos,
existe un aprendizaje para ello con muchas vías de
instrucción sin descuidar las vías silenciosas, en la
forma de miradas, gestos, y así es que tantas personas suelen avergonzarse ante
la mirada acusadora o socarrona de estos médicos por haberlos probado
alguna vez. Y las personas desconfían de estos remedios
naturales como no desconfían de remedios con componentes
químicos agresivos verdaderamente dañinos a la salud;
o que se encuentran en etapas de
exploración.
Puede entenderse la
relación directa que tiene el lenguaje con la obesidad,
entendiendo la obesidad como el resultado de la adicción
a la comida y de una manera emocional de comer. La gente
se traga emociones, se traga palabras también. Retiene
sentimientos, guarda ambiciones, oculta maldiciones etc.
Gracias a la publicidad la gente aprende a soñar,
consume anhelos cada vez más inalcanzables. Y traga,
oculta y guarda enormes cantidades de envidia y
frustración.
La obesidad, el sobrepeso, la tendencia a
engordar son resultantes
directos de emociones guardadas que orientan conductas
en el
organismo. La obesidad es también vivo reflejo de una identidad.
El obeso siente o sabe que es obeso, como un francés
siente y sabe que es
francés, como un rubio siente y sabe que es rubio. Vive en este mundo con
esa etiqueta, con esa marca que lo define. La identidad de obeso,
la conciencia de ser obeso, le indica al sistema algo,
le señala una pertenencia, influye en el
metabolismo. No ocurre lo mismo en quien se siente
circunstancialmente excedido de peso: por la misma
conciencia de "persona normal",
independientemente de los kilos de más, este
individuo temporariamente excedido de peso puede
regresar a su peso normal, puede gobernar su actitud
frente a la comida porque su metabolismo y su conciencia
de sí estarán de acuerdo y colaborando. Son los que
"adelgazan más rápido". Entre ellos, se
observan personas que aumentan demasiado
de peso mientras se encuentran atravesando episodios adversos de
la vida. Superado el trance, regresan a su peso
normal. No son ni se consideran obesos, se han permitido
ciertas licencias, se han excedido, comprendido y
disculpado en sus excesos. Y cuando consideraron que
llegó la hora de tomar medidas, las tomaron con
seriedad; y con confianza en la respuesta positiva de sus
organismos se impusieron, asumieron y respetaron,
un cambio en sus dietas. Mientras estos regresan al peso normal,
"adelgazando sin mayores dificultades"
emocionales ni orgánicas, quienes se consideran a sí
mismos obesos sin remedio se valen de mil excusas para
postergar o anular el inicio de aquellos cambios que
resultarán los favorables.
Quien se considera
obeso, proveniente de familia de obesos, lleva por decirlo de algún modo, la obesidad en
sus células. Es como si la conciencia de obeso formara
parte de su genética,
por tal motivo no puede quitársela de encima. De
hecho no logra un cambio definitivo con ninguna dieta;
vive a dieta. Quien, en cambio, está temporalmente excedido de peso pero se considera a sí
mismo delgado, adelgaza de un modo más fluido pues no
se identifica con ese cuerpo desbordado. Las conductas que
manifiesta el organismo de una persona son al fin de
cuentas vivo reflejo de las conductas de esa
personalidad, y de su auto-concepto. Una vez que el
auto-denominado obeso consigue cambiar su conciencia,
cambia su aspecto físico porque cambia su actitud
general y su personalidad.
La gordura excesiva, el
sobrepeso, cuando no son inducidos por medicamentos que
estimulen el apetito o produzcan hinchazón, son avisos,
síntomas, una señal digna de ser atendida.
Sirve, como todo síntoma, para reflejar,
denunciar en primer lugar, la existencia en planos de la
conciencia del desarrollo de la identidad de obeso, un patrón mental
inconveniente para toda persona.
Y digno de "rebajar".
La obesidad, el sobrepeso reflejan la sobrecarga
emocional que a menudo son la consecuencia directa de
una tendencia a acumular, a retener, la dificultad de
desapegarse, soltar y liberar, la resistencia a
desprenderse de cosas del pasado, de ideas poco
alentadoras de uno mismo; o de liberar aspiraciones que
serían lícitas. Refleja también, un apego excesivo a
creencias, a roles sociales, a pautas de familia o
culturales que se adivinan en las conductas del gordo
bueno, el simpático, el generoso o por siempre
disponible, que se siente "materia dispuesta"
para, por ejemplo, comer por hacer compañía. También
suelen reflejarse las tendencias a resistir miedos, a
contener dudas o
celos, ocultarlos en el interior lo cual es muy común
en personalidades que callan, y que no pueden comentar o
compartir sus preocupaciones o sus pensamientos y
ambiciones.
Los obesos de familia,
que recurren a la comida como medio para conseguir
propósitos ajenos al acto de alimentarse no han
heredado la obesidad; han adoptado un rol, o una
modalidad de convivencia. Han adoptado conductas
culturalmente aprendidas, acuñadas en el hogar con
fines paliativos, sedantes, incluso hipnóticos. Tanto
la ineficacia con la comida como puede ser el acto de comer por hacer compañía,
como las rumiaciones mentales y su enmascaramiento, son
producto de hábitos adquiridos que se pueden corregir. En
una impresionante cantidad de casos se observa que la
obesidad más que una enfermedad es un recurso: le sirve a la personalidad encubridora como vía
solapada de pedir ayuda, comprensión, licencias o cuidados
especiales. La obesidad,
el sobrepeso indican que se están implementando
soluciones equivocadas. Un poco como hacen algunos que
toman café para calmarse, despejarse o tranquilizarse,
y terminan consumiendo altos grados de cafeína por
día, los gordos de familia han aprendido por imitación, a
recurrir a la comida para gratificarse, para neutralizar
emociones negativas. Y terminan consumiendo comida
en cantidades tan grandes como grande es su necesidad
afectiva, o de equilibrio
El lenguaje, la
conciencia de sí y el metabolismo guardan una estrecha
relación. Operando sobre el lenguaje se observan cambios
equivalentes en el metabolismo. Si las correcciones son
las acertadas, el metabolismo devuelve la gentileza con
cambios deslumbrantes en el organismo lo cual se
traduce, enseguida, en cambios deslumbrantes en la
apariencia exterior. Estos cambios que se reflejarán en el
cuerpo no tardan en hacer eco en el auto-concepto. La
persona vuelve a sentirse completamente bien, recuperada
íntegramente. Esto es lo que se busca, después de
todo, somos seres integrados: una unidad psico-física, cuerpo-mente-espíritu.
Concepto que parecen olvidar los tratamientos que
insisten en abordar a la persona de manera fragmentada,
los que tratan una barriga, los que pelean con una boca
que debe mantenerse cerrada, etc.
La persona
gratamente sorprendida con cambios positivos en su
cuerpo, producidos como consecuencia de una mejora en su
manera de expresarse, empezará a concebirse a sí
misma de un modo que ella misma aprobará con alegría y
entusiasmo. Por esta vía, sentirá ese poder interior
renaciendo. La relación normal con su organismo
retomará de un modo más alentador.
Cuando los cambios positivos en el cuerpo se producen
como consecuencia de cambios operados por sí misma en
su manera de expresarse
y de concebirse, estos cambios favorables tienden a perpetuarse;
las buenas impresiones tienden a instalarse en la
conciencia, y así también tiende a perpetuarse todo
cambio en la personalidad que haya resultado positivo y
beneficioso. Tienden a multiplicarse y a reforzarse con
recuerdos positivos y alentadores que van asomando; con esperanzas que van
renovándose. Tanto más cuanto mayor
determinación muestre la persona por incorporar maneras adecuadas y amables
de referirse respecto de su persona y de su vida en
general.
Basta recordar una
situación de estrés
en la historia personal para verificar la
relación directa entre metabolismo y conciencia. La
persona se debilita, puede enfermar a causa de un revés
de la vida. Lo contrario también se
aplica. Basta recordar una situación de alegría
extrema, de noticia fenomenal para comprobar que el metabolismo
puede iluminarse con estímulos del exterior. Ante una
estupenda noticia, en poco tiempo la persona parece
renovada, su postura corporal cambia, se hace más
erguida; su cuerpo se afina casi sin esfuerzo. No son las
buenas noticias sino la energía emocional que ellas
despiertan las que hacen gala de su poder transformador,
completamente sanador.
Mucho más eficaz e integrador que cualquier remedio de
última generación. La experiencia demuestra que el
cuidado emocional constituye la mejor forma de terapia. En
equilibrio emocional la gula
desaparece, se normalizan las funciones vitales. Así
también se abrillanta el organismo cuando ocurren formidables
modificaciones en la conciencia. Una revelación
oportuna y útil, un
rumor esperanzador, aprender algo que no conocíamos y
que renueva las esperanzas, renueva al sistema psico-físico
total. El estado emocional del
hombre no es ajeno a su entorno; su metabolismo tampoco. El que carga con la
conciencia de obeso actuará como tal; aquél que se siente fatalmente obeso, y quien
es tratado en su ambiente como obeso sin remedio,
perteneciente a familia de obesos, tenderá a engordar
con un vaso de agua en franca obediencia a su rótulo, a
su rol social y a su conciencia personal.
Factores del entorno
inciden en el funcionamiento del organismo de sus
integrantes. Esto es una realidad. Sin embargo,
también deben tenerse en cuenta los factores de la
personalidad. En muchas personas es necesario
desarrollar emocionalmente una personalidad habilitadora
para que pueda incorporar lo bueno del exterior y
filtrar lo dañino. Necesitan desarrollar pautas
mentales habilitadoras Pauta mental y metabolismo están íntimamente ligadas,
se influencian mutuamente. Ejercitarse en orientar a la
mente a enfocar sobre los aspectos potenciadores de
la conciencia y minimizar aquellos otros que causan
pena, daño o dolor, es colaborar con la mente en pos
del buen funcionamiento del metabolismo. Aquellos
convencidos de su condición de obeso y que viven esta
condición como destino infranqueable, encuentran
beneficios asombrosos y realizan progresos magníficos
gracias al cambio de conciencia. En las personas
excedidas de peso, este ejercicio se traduce en un
regreso al peso normal. Mediante esta vía, el regreso
al peso normal no atraviesa procesos traumáticos sino
que asciende por caminos más felices. La apariencia
exterior deslumbrante indica un mundo interior
igualmente rico, poderoso, firme, saludable. Un mundo
interior del que muchos gozan pero que otros deben
construirse.
El lenguaje utilizado
estratégicamente para colaborar con una dieta colabora
con el metabolismo; ayuda a suavizar el campo emocional.
El campo emocional es el que da vida, energiza al
metabolismo, (o todo lo contrario; el que lo demora y
debilita como ocurre con los obesos de familia y su
manera de pensar y de hablar). El uso estratégico del lenguaje contribuye a expandir las percepciones que se tienen de uno
mismo. Algunas partículas del lenguaje empleadas a
tiempo funcionan como un timbre, una llamada de
atención, una provocación para que el individuo
consiga reconocer su capacidad de múltiples
respuestas como así también, para reconocer las
magníficas capacidades que tiene su organismo
para re-estructurarse. El lenguaje
conduce, impulsa al
metabolismo, y éste, a su vez, colabora con al cuerpo
en su regreso a los contornos normales.
Dicen, no sin razón,
que las palabras sirven para disfrazar verdades. Lo
importante de esta observación es que las palabras
sirven ¡y mucho!. La palabra es el medio informante y
manipulador por excelencia. Un buen uso de la palabra
hablada o pensada abre la puerta a grandes
transformaciones en la vida de todas las personas.
La palabra genera
sensaciones. Quien se siente obeso, sentirá fuertes
sensaciones ante la mera lectura o pronunciación de la
palabra “obesidad”. Sensaciones que no percibirán
los otros leyendo o pronunciando la misma palabra.
Los que se consideran
obesos de familia merecen aprender y vivenciar los
alcances del buen uso del lenguaje. El lenguaje se
constituye en recurso fundamental para promover cambios
de conciencia y cambios de actitud. El buen uso del
lenguaje despierta a la conciencia. Por ejemplo, aquella
persona que come por ansiedad, por no tener las cosas
claras deja este hábito cuando, gracias al lenguaje
transformador empieza a clarificar sus verdaderos asuntos.
La claridad mental disipa la ansiedad. Aquél otro
que come cuando todos comen, que come porque come con su familia,
aprenderá a utilizar las pautas del lenguaje que le
ayudarán a diferenciarse y a relacionarse mejor consigo
mismo y comer cuando, y lo que su cuerpo necesite. Conseguirá una sana diferenciación: una
diferenciación con ausencia de ansiedad, culpa o
angustia, que le permita
el desarrollo libre y saludable de su identidad. Notará resultados magníficos
en su cuerpo la persona que deja de
comer por ansiedad , por aburrimiento, por
sobre-identificación, por envidia, remordimientos o por la emoción
negativa que se encuentre circulando en su sistema. Cuando resuelve
esa emoción perturbadora que la induce a
llevarse algo a la boca como medio compensatorio o para
llenar un vacío, resuelve mucho más que una manera
enfermiza de comer. Consigue mucho más que mantener la
boca cerrada. Recupera
su autonomía; paso fundamental en el camino de la
recuperación de la autoestima. En el momento en que
descubre que puede usar
concientemente y con autoridad algunas pautas del lenguaje
que usa todos los días y se lanza a
jugar con ellas, ocurre lo que ocurre en un taller
literario o de cualquier disciplina artística: van saliendo a flote realidades,
habilidades y creaciones que no aparecen tan claramente
en lo cotidiano cuando no se sume en una práctica
deliberada de desbloqueo.
Y estas nuevas realidades lo sitúan en un nuevo
contexto alentándolo a sentir distinto y a sentirse
mejor y más dueño de sí mismo; un nuevo contexto
donde él mismo y su metabolismo responderán de modo
equivalente; beneficioso, novedoso, apropiado.
El buen uso del
lenguaje sirve como vía de revelación. Hay palabras
que, bien utilizadas,
se convierten en palabras mágicas.
Cuando la persona las aplica y aprende a hablarse
a sí misma y recibe mediante su propia voz la presión
de mirar lo que debe mirar, la comida-excedente se cae
por su propio peso porque sencillamente, ella desaparece de su
conciencia, se corre del foco de su mente y otras cosas
ocupan ese lugar de las cosas importantes. Muchas
veces las personas recurren a la comida para calmar
dudas y penas. El buen uso del lenguaje para ir aclarando dudas
y suavizando penas consigue frenar este impulso de
llevarse algo a la boca como vía para paliar un
sufrimiento, pues tal sufrimiento ha dejado de existir
en el momento en que se ha dado con la solución.
Muchas personas,
especialmente los que se consideran obesos de familia
necesitan aprender técnicas de lenguaje estratégico
para poder diferenciarse de su grupo familiar. Necesitan
reconocer primero sus ataduras lingüísticas para
desbloquearlas después y liberarse. Necesitan aprender las pautas del
lenguaje que los ayudará a cuestionar rumores,
presuposiciones, creencias acuñadas sin filtro en sus
conciencias, a las que obedecen inconscientemente
y de las que no pueden desprenderse aún sufriendo
porque el desequilibrio emocional y la costumbre les
impiden siquiera reconocerlas. Aprenden no recitando
teorías de memoria sino cuestionando lo que hay que
cuestionar. Aplicando los recursos
lingüísticos que ofrece este programa de coaching para
adelgazar cada cual descubre las fallas dañosas ; ellas
saltan a la superficie en el trabajo personal; la energía
en ellas se va diluyendo con las prácticas y junto con ello se diluye su
limitante poder: asoman esas conductas que sirven,
liberan y permiten progresar. Los individuos sufriendo a
causa de una pobre y limitada auto-conciencia cuentan
con herramientas y recursos efectivos para recuperar
no solamente sus bellas formas corporales escondidas,
sino también, libertad e independencia mental.
Tal como lo demuestra
el caso del obeso de familia, la obesidad refleja ese fuerte sometimiento a personas, a
entornos padecido por no pocas personas.
También ilustra el apego a ideas, creencias, ambiciones, que pueden no
ser propios pero que fueron fuertemente acuñadas hasta que
llegan a sentirse como propios. Quien se considera
obeso de familia puede dar cuenta de este fenómeno. Las
familias hablan su propio lenguaje, con palabras,
gestos, y costumbres mantienen vivos los códigos de la "nosotridad"
característica de la familia indicando las cosas que
pertenecen a la nosotridad y todas aquellas otras que
están afuera de ella. En muchos casos, la
enfermedad, el sufrimiento forman un núcleo
aglutinante, factores que definen al grupo
familiar. Vemos familias de enfermos cardíacos,
de hipertensos, de diabéticos, etc. (Dicho sea de paso,
vale la pena remarcar que todas estas enfermedades que
se tienen "de familia" son subproductos de
enfermedades de la emoción que generan pautas de
pensamiento muy bien delineadas y perfectamente
distinguibles.) En su calidad de enfermedad, la obesidad
no deja de ser en muchos casos, parte actuante
silenciosa del acuerdo familiar, factor que define una
identidad familiar. Ocurre en muchas familias un
silencioso mandato de pertenencia, una especie de
condición no verbalizada, como toda pauta tácita, para
sentirse "de la familia". Para ser
aceptado incluso querido, hay que demostrar en muchas
familias, que se sufre, por ejemplo, de obesidad. Para
quienes despiertan a esta hipnosis generalizada y
acarician las ganas de liberarse, el lenguaje ofrece
herramientas radiantes para lograrlo. El lenguaje es un
poderoso instrumento de cambio si se lo sabe utilizar. El lenguaje utilizado estratégicamente resulta
liberador; si no lo fuera, de nada servirían las
terapias parlantes, el psicoanálisis, la hipnosis, etc.
El uso estratégico del
lenguaje permite optimizar las relaciones con uno
mismo y con los demás. Permite establecer fronteras
saludables, distinguir lo propio de lo ajeno; lo que es real de lo que es una suposición, una teoría
de moda, un miedo o un rumor. Muchas veces el
sobrepeso refleja la dificultad para poner límites. En
la mayoría de las familias de obesos se observa la
dificultad para establecer la diferencia entre lo propio
y lo ajeno; la dificultad para establecer límites. Las guías de este programa ayudan a
establecer estas distinciones; a reconocerlas y a
defenderlas. Las guías van guiando los
cuestionamientos de modo que lo
que es una costumbre salta a la vista, y como toda
revelación, también en este caso, el
desenmascaramiento habilita el desarrollo de lo que es
la verdadera aspiración personal. Una persona que tras
desenmascarar por ejemplo, la abrumadora
escalada de "deberías" con la que finalmente
descubre que convive, consigue cuestionar su
razón de ser, y evaluar. Avanza con pasos de gigante aplastando la
superchería que le produce malestar emocional.
El lenguaje total (verbal
hablado y pensado; y lenguaje gestual) es una herramienta ultra-sofisticada, sutil y
poderosa capaz de conciliar las cosas de este mundo;
capaz de producir transformaciones notables burlando
fronteras de tiempos, entornos y creencias. Nuestro
lenguaje refleja nuestra manera de percibirnos, nuestras
ambiciones, nuestros miedos y nuestra visión de futuro. El lenguaje del cuerpo es
manifestación concreta de la conciencia. De no serlo
nuestras voces emitirían un conjunto desordenado de
sonidos, nuestros cuerpos se perderían en movimientos
espasmódicos sin sentido alguno. No accederíamos al
complejo y extenso mundo de las emociones.
Mediante el lenguaje nos ubicamos en el
mundo; y gracias al lenguaje podemos representar el mundo exterior e influenciar el interior.
También gracias a él podemos cambiarlos a ambos. De hecho, lo
hacemos todo el tiempo. Las personas tergiversan sus
recuerdos, cambian el significado de las cosas o
aprenden significados nuevos gracias a la magia del
lenguaje y de la comunicación. El lenguaje total, ese
conjunto integrado de signos, conformado por palabras,
gestos y miradas tiene poder transformador. Un poder
abrumador. Con el uso estratégico de estas porciones
del lenguaje que utilizamos a diario para aprobar o
desaprobar, para relacionarnos o para tomar distancia,
se puede iniciar una nueva vida. Podemos elegir si
orientar nuestra mente hacia el pasado, el futuro o si forzarla a concentrarse en el presente
detectando la perspectiva lingüística que opera mejor en nuestra mente
ante un asunto determinado. Cuidando de mantener las
emociones articuladas, podemos decidir de qué modo
vamos a operar sobre el asunto y para qué
fines.
El uso estratégico del
lenguaje se aplica para fines provechosos y también
para los perversos. Solo basta reparar en la propaganda
para notar sus impresionantes alcances. Con el lenguaje
se declara la guerra, y con el lenguaje se firman los
acuerdos. Dado que el uso estratégico del
lenguaje consigue transformar radicalmente la
experiencia humana; sirve para influenciar, manipular,
gobernar, someter, orientar, ayudar o dañar,
enriquecer, empobrecer, fortalecer, debilitar; vale la
pena estar atentos. El proyecto “adelgazar” es sin
dudas, un proyecto transformador: no puede prescindir de
las fuerzas lingüísticas pues ellas son poderosas.
Tampoco puede prescindir de las tácticas del
pensamiento transformador si se pretende llenar de energía el
proyecto y concretarlo en la realidad. Las imágenes y
palabras que pueblan nuestro mundo interior no
permanecen quietas. Tienen energía positiva o negativa.
Un cuerpo pensado como obeso es un cuerpo
afirmado en la obesidad. Como todo síntoma o
enfermedad, la obesidad es la última etapa de una causa
que se inicia en la mente. Luego se afirma por efecto de
la acumulación de energía emocional.
El sobrepeso es la muestra cabal de que
mente y cuerpo se comunican permanentemente; de que
ejercen influencia mutua constante, y de que, por lo
general, están de acuerdo por mucho que se asegure lo
contrario. Creer, por ejemplo, en
la existencia de un saboteador interior de la cual se es
víctima, es una decisión
tomada, una manera de expresar una cierta preferencia
por el sometimiento. O bien, es la muestra cabal de la falta de energías para
expresar que no se está de acuerdo.
Las palabras y los
gestos están cargados de sentido. Algunas palabras son
como una caricia mientras que otras resultan un
latigazo. Para
todo proyecto de gran envergadura o de mediana
importancia, debemos
aprender a utilizar el lenguaje cargado de sentido, pues
en todo proyecto, el lenguaje conservará siempre el
papel protagónico. Comunicamos y nos comunicamos
mediante pautas distinguibles que incluyen, además de
la palabra, gestos y movimientos. Ellos reflejan
nuestras emociones, nuestras ideas; también definen
nuestra actitud. Estamos todo el tiempo valiéndonos del
lenguaje total: ¿Estamos seguros de utilizarlo bien?
Sirviéndonos del
lenguaje total (verbal y gestual) ordenamos,
desordenamos, planificamos, destruimos. Hablar es hacer
algo; es mucho mas que pronunciar palabras. Ante un
desafío, ante un proyecto o a la hora de concretar una
ambición hablar,
como pensar debe servir para crear escenarios, imágenes,
situaciones que ayuden a hacer realidad ese proyecto,
esa ambición. Vale la pena aprender a pensar y
pensarse; aprender a hablar y a hablarse a uno mismo. Aprender
a imaginar y a reforzar una visión hasta convertirla en
realidad. Quienes se consideren obesos de familia,
obesos sin remedio, se harían mucho bien si se
detuvieran a revisar ese lenguaje total con el que
conviven y que los caracteriza y define.
El uso estratégico del
lenguaje aplicado al proyecto adelgazar enseña a poner
una cuña a ese tipo de comunicación que lastima,
entorpece, demora y hace imposible adelgazar y mantener
el peso adecuado a lo largo de los años. El sobrepeso
permanecerá inalterable, regresará siempre en la
medida que persista el auto-concepto de obeso. Cuando la
familia importa más que el individuo, las familias de
obeso perviven aún a costa de la felicidad de sus
integrantes. Como manifestè mas arriba, y aunque cueste
creerse, en no pocas familias es justamente la
infelicidad de sus integrantes el factor aglutinante, la
condición para la existencia de la misma, la razón de
ser de ese esquema familiar. Se establece un extraño
tipo de equilibrio aún en las familias más
disfuncionales. Entre ellos se percibe un código
cerrado, reglas impuestas no mediante la palabra y la
lógica sino con la rigidez de una mirada, un gesto.
Reglas fijas se huelen en el ambiente y que la mayoría
de los integrantes sin poderse explicar, teme en grado
extremo desobedecer. En estos casos, sin la infelicidad,
sin la enfermedad que los une, la familia, como
entidad, se desintegraría. Por lo general, los
integrantes de estas familias sienten esta amenaza pero
no pueden explicarse a sí mismos el fenómeno ni su
origen por lo cual quedan indefensos, sin medios para
salirse de la trampa. En estos casos, la identidad
familiar es más que una pauta fija, un asunto de
máxima importancia, un asunto vital primordial que a
menudo se defiende con la vida. Muchos de estos enfermos
llegan a sentir miedo -- literalmente miedo--- a sanar
pues sanar se convierte para ellos en motivo de
segregación, una manera de ser distinto, algo
así como resultar un sapo de otro pozo. Así los
integrantes más saludables necesitan forzar una ruptura
para mejorar, alejarse del esquema familiar. Los
demás no sanarán definitivamente y para siempre,
a menos que produzcan un cambio oportuno en sus
conciencias.. En otros, esas fuerzas inconscientes
fieles a la familia los someterán a tratamientos que
serán más de lo mismo, los llevarán a elegir
justamente esas dietas que conducen al fracaso; les
harán caer en las mismas trampas, recrear las mismas
ilusiones, soportar los mismos desencantos; los harán
postergar indefinidamente y con rebuscados pretextos aquellos tratamientos que sospechen efectivos a condición de no prosperar, no
liberarse, seguir perteneciendo. Por mucho esfuerzo conciente que evidencien
en pos de una mejoría, fuerzas inconscientes lo
preservarán de la amenaza de la soledad o de sentirse
marginados. Se defiende y
se hacen cosas y esfuerzos extraños por la identidad
familiar, como no se los hace por la identidad personal
o en defensa de la propia vida.
El
uso estratégico del lenguaje libera, permite erradicar
daños en la
conciencia; enseña a modificar el auto-concepto desde
el cual operamos en el mundo. Nuestro auto-concepto, en
buena medida sujeto a esa idea que conservamos de nosotros mismos, esa imagen
intrapsíquica que nos indica cuánto espacio ocupamos,
cómo caminamos, etc. esa imagen a menudo imperceptible pero
que siempre se
siente, a menudo resulta pesada, es esa entidad casi con vida propia que nos acompaña a todas partes y define nuestras
actitudes, preferencias y evitaciones. Podemos operar
sobre ella. Podemos cambiarla
mediante la palabra y el gesto.
Las palabras sirven para
lastimar y para embellecer. Embelleciendo el
auto-concepto mediante la palabra y el gesto damos alivio a nuestra conciencia personal.
Todas nuestras
conductas, las de la personalidad como las del
organismo, se verán bellamente transformadas. Adelgazar
manteniendo un perfecto estado de salud y buen humor es
solo la consecuencia de este proceso que se inicia en la
mente. Gracias a un uso estratégico del lenguaje se
hace posible adelgazar y mantener hábitos alimenticios
saludables a lo largo de la vida, Aferrarse a la vida y
a la alegría de vivir. Gracias a los
descubrimientos que asoman con el uso estratégico del
lenguaje recuperamos las bellas emociones.
El
Coaching para
adelgazar presentado aquí lo logra mediante el buen uso del
lenguaje total, combinado
con una oportuna educación emocional. Enseña los pasos a seguir, y los cuestionamientos que merecen
aplicarse para erradicar la adicción a la comida, el aferramiento a
un auto-concepto que lastima. Los progresos que vayan a
registrarse, y
no la fuerza de voluntad per-se, resultarán los elementos
motivadores por excelencia para sostener los buenos hábitos
alimenticios a lo largo del tiempo.
El
Servicio de Coaching para adelgazar de este sitio no es un
curso dogmático; es orientador. Enseña a indagar, a
cuestionar y a crear. No intenta imponer una filosofía
ni una dieta. Todo lo contrario: obliga a tomar
responsabilidad por la dieta que se elija. Libera
haciendo responsables a los responsables que es siempre
el individuo en cuestión. No admite asociaciones
ilícitas como las que se observan en la telaraña de
las culpas: ni echarse todas culpas a uno mismo ni
culpar a los demás. Y en esa
liberación se inicia el gran desafío: desde la
primera entrega el individuo aprender a
reconocer su grado de responsabilidad en su
recuperación. Aprende a hacerse cargo de las creencias y actitudes a
las que conciente o inconscientemente adhirió en algún
momento pasado y que lo llevaron hasta donde se
encuentra en el presente. Aprende conceptos, tácticas y
se lanza a tomar parte activa y
responsable en el camino que lo va trayendo de vuelta a su
peso normal. Así
es que cada entrega es esperada con entusiasmo,
curiosidad y una energía que crece con las prácticas.
Nuestro
programa tiene por objetivo ayudar a las personas
a extraer datos de su conciencia y de su entorno y a
utilizarlos con sagacidad para su beneficio y en
perjuicio de nadie. Todo practicante aprende a
guiar a su sistema hacia un cambio beneficioso en su comportamiento
integrado a partir de la implementación de un
cambio positivo en su conciencia, en su manera de pensar, de
hablar y de gesticular. El programa enseña a observar y
observarse de un modo funcional, dinámico, siempre
beneficioso. Siempre amable y tendiente a causar
simpatía. El
individuo aprende a operar con eficacia sobre sí mismo
concientizando cantidad de gestos que forman parte de su
personalidad, de su costumbre conciente o inconsciente,
y aprende a combinar estos recursos y a utilizarlos a su
favor.
El practicante que consigue eliminar
los vicios que han venido lastimando su auto-concepto,
dañando
o limitando esa idea que mantiene de sí mismo, de su persona, o del
lugar que ocupa en el mundo, queda habilitado para
mayores desafíos. Se percibe a sí mismo con mayor
realismo gracias a renovadas
fuerzas emocionales; con auténtica energía y
seguridad en su pensamiento que le permite animarse a
lícitas aspiraciones. Y en el ejercicio sostenido de sus
prácticas,
empiezan a tejerse en su interior actitudes y creencias
apropiadas que lo favorecerán y apoyarán su buen
proyecto de mejora personal.
Las guías de evaluación
y el registro de progresos exclusivos de nuestro programa agregan pautas clarificadoras
que incrementan el sentido de responsabilidad y de
determinación. El
programa de coaching para adelgazar de Aflorarte.com y
LoQueEngordaEslaEmocion.com
ofrece las pautas del lenguaje que resultan
transformadoras. Pero el programa no lo hace todo: es el
individuo el que debe ponerse manos a la obra en un
trabajo nuevo para él mediante un tipo de esfuerzo
mental singular que no tarda en rendir los frutos que busca.
Algunas revelaciones
consiguen cambiar la mente, darla vuelta como a un
guante. Cuando esto ocurre se hace eco la actitud y
acompaña la apariencia física agradable y armoniosa.
La conducta modificada
empieza a generar vibraciones nuevas en la persona que
se inicia en el entrenamiento, y conforme avanza en él
siguiendo las pautas en cada entrega, nota que el
programa va otorgándole renovado impulso; que el
bienestar emocional realmente lo ayuda a avanzar en su proyecto. Y descubre
que, además de descubrir pautas interesantes, su cuerpo
adelgaza.
La flamante actitud positiva
va
engrosando, potenciándose mientras el cuerpo va
adelgazando, afinándose. Nuestro
servicio de coaching es el resultado de una esmerada
labor comprometida con la superación de un problema
mediante carriles amables y completamente
a-traumáticos. El servicio es permanentemente revisado,
mejorado y actualizado. Revise las novedades visitando https://www.
loqueengordaeslaemocion.com/
Solicitar-Servicio.htm#
sintesis
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