Para Russell Jones, de 63 años, el diagnóstico de diabetes que recibió hace siete años no fue suficiente para hacerlo reaccionar. “Pesaba 360 libras, sufría de diabetes tipo II, tenía arritmias y un pulmón lleno de agua, así que apenas podía caminar unos pasos sin perder el aliento”, explica el hombre de negocios de Miami.
Pero el momento decisivo fue cuando tuvo que enfrentar una operación de bypass cuádruple para reparar daños extensos en su sistema cardiovascular. “Me di cuenta de que si no cambiaba no conocería a mis nietos. Tengo 37 años de casado y mi esposa me hizo entender que este no es el momento de abandonarla”.
Decidido a cambiar su vida, Jones le apostó a su cardiólogo, el Dr. Gervasio Lamas, Chairman of Medicine y Chief de Columbia University Division of Cardiology en el Mount Sinai Medical Center de Miami Beach, que podía adelgazar sin necesidad de cirugía de bypass gástrico o de banda en el estómago. Hoy, 18 meses más tarde, ha perdido más de 120 libras a base de autodisciplina y una dieta balanceada. “Ya no tengo que tomar medicamentos para la diabetes, me han reducido a la mitad la dosis de las pastillas contra la presión arterial y, lo más importante, asistí al nacimiento de mi primera nieta hace tres meses”, cuenta orgulloso.
La obesidad se ha convertido en una epidemia nacional de proporciones épicas. Ya en el 2010, un tercio de los adultos estadounidenses - el equivalente de 33.8 por ciento de la población del país- y 17 por ciento de los niños y adolescentes se consideraban obesos. Los 25.8 millones de pacientes que sufren de diabetes no escapan a este fenómeno. Según cifras de la Asociación Americana contra la Diabetes, más del 80 por ciento de las casi dos millones de personas diagnosticadas con diabetes cada año son considerados obesos. De hecho, el Centro Nacional de Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) ha categorizado a “la epidemia combinada de obesidad y diabetes” como la amenaza de salud más grande que enfrenta los Estados Unidos en el siglo XXI.
En términos médicos, la obesidad no está definida por los números que muestra la balanza sino por el Indice de Masa Corporal (IMC), que mide el contenido de grasa corporal en relación a la estatura y el peso específico de cada individuo. Según esta escala, las personas tienen un peso normal cuando su IMC está ubicado entre 18.5 y 24.9. Individuos con sobrepeso presentan un IMC entre 25 y 29.9 y los pacientes con un coeficiente de más de 30 son considerados obesos. Aquellos que tienen más de 35 en su IMC son diagnosticados con obesidad mórbida y requieren una intervención drástica para, literalmente, salvar su vida de los efectos de la obesidad.
“El Indice de Masa Corporal fue creado para evitar controversias. No hay diferencias entre un hombre y una mujer, pero sí toma en cuenta las particularidades de cada individuo porque tener un peso de 170 libras cuando se mide 6 pulgadas no es lo mismo que cuando se mide 5 pies y 2 pulgadas”, explica el Dr. Dr. Joseph Gutman, especialista en endocrinología del hospital Monte Sinaí.