Gobiernos
le declaran la guerra a la comida chatarra en los colegios
Costa
Rica tomó la decisión de prohibirla a partir de esta semana. En
Colombia se reabre el debate.
Los
ministerios de Salud y Educación de Costa Rica emitieron un
decreto para prohibir la venta de comida chatarra y bebidas
gaseosas en los colegios públicos del país, que deberá
cumplirse desde el 8 de febrero.
Según
el Gobierno, su objeto es reducir el porcentaje de niños y jóvenes
con sobrepeso y obesidad, que, según la Encuesta Nacional de
Nutrición de ese país, sobrepasa el 20 por ciento. La medida
obliga a cambiar la forma en que se cocina en la institución con
el fin de reducir la cantidad de grasa y de azúcar.
Para
la pediatra Aida Lebbos Saad, directora del centro especializado
en salud y nutrición Fun 4 Fit, de Bogotá, la malnutrición se
ha convertido en el problema de salud pública más importante del
siglo, así que es importante tomar medidas drásticas.
En
Colombia existe, desde el 2009, la Ley 1355, que define la
obesidad y las enfermedades crónicas no transmisibles asociadas a
esta como una prioridad de salud pública, y se adoptan medidas
para su control, atención y prevención.
"Aunque
esta ley no es tan específica como el decreto de Costa Rica,
obliga a los centros educativos públicos y privados a implementar
estrategias para propiciar ambientes escolares que ofrezcan
alimentación balanceada y saludable, y que permitan a los
estudiantes tomar decisiones adecuadas en sus hábitos de
vida", opina el dietista y nutricionista Juan Manuel Guio,
miembro de la Fundación Nutriarte, asesora en seguridad
alimentaria y nutricional.
En
nuestro país, según cifras de la Encuesta Nacional de Situación
Nutricional 2010, Ensin, uno de cada seis niños y adolescentes,
entre los 5 y los 17 años, presenta sobrepeso y obesidad.
Según
Guio, es necesario que los entes de control presionen más a las
instituciones educativas para que cumplan lo establecido. Y una
medida, como la de Costa Rica, "tendría impacto sobre los índices
de malnutrición. Está comprobado que el consumo de alimentos
chatarra y otros productos con conservantes y colorantes forma
parte de la alimentación diaria de los escolares, que, sin darse
cuenta, tienen una dieta poco variada y equilibrada, con muchas
desventajas y peligros para la salud".
Por
el contrario, Fernando Vita, presidente de la Unión de Colegios
Internacionales, indica que el sobrepeso y la obesidad no se
combaten por decreto ni con prohibiciones. "Lo fundamental es
educar al niño para llevar una vida saludable, con buenos hábitos
alimenticios, dietas balanceadas y ejercicio físico. Y no solo es
importante que los colegios trabajen por ese objetivo; en casa y
durante el tiempo que los pequeños transcurren fuera de los
planteles, los padres deben dar un claro ejemplo de ello",
concluye.
Qué
fue prohibido
En
Costa Rica las cafeterías de los colegios públicos no podrán
vender productos con grasas trans, galletas rellenas de chocolate,
bocadillos en bolsa ni leche entera saborizada. Tampoco papas,
empanadas, enyucados y plátanos fritos, entre otros.
Una
mala nutrición
Alergias,
la falta de nutrientes en el organismo y de defensas y, más
adelante, la aparición de enfermedades. Está demostrado, además,
que el azúcar hace a los niños más hiperactivos, lo que les
puede dificultar su concentración en las clases.
Ejemplo
en Colombia
El
colegio San Jorge de Inglaterra, en Bogotá, diseñó hace casi 20
años una política de nutrición según la cual los alumnos no
deben consumir dulces ni productos con colorantes. Tiene su propia
huerta orgánica, de donde sacan productos para el almuerzo y para
las tiendas. Elaboran jugos y helados de fruta.
Los
efectos de 'ser gordito'
'No
solo afecta la autoestima de los niños'
"Los
niños que son gorditos, en general, se sienten diferentes. En una
etapa del desarrollo infantil, los pequeños tienen la tendencia
de burlarse de alguien que es distinto. Esto no solo afecta la
autoestima, sino que genera sufrimiento, tristeza y hasta depresión",
indica Claudia Jiménez Chacón, psicóloga infantil de la
Asociación Afecto.
Asimismo,
en el entorno social, la burla genera rechazo y algunos evitan ir
al colegio. Sin embargo, este efecto depende del ambiente
familiar, escolar y la capacidad que tiene el niño para reponerse
de la adversidad. Incluso, dice la experta, a algunos niños les
parece interesante ser gorditos y son reconocidos, y no solo
juzgados.
Karen
Johana Sánchez*
Redacción de ABC del Bebé
*Con información de Efe