Los
centros de ayuda al obeso que enseñan a
limar el lenguaje, los que ofrecen las
pautas del lenguaje habilitante y
obligan a ejercitarlo, los que consiguen
persuadir respecto del cuidado de la
palabra más que de las calorías en los
alimentos; los que enseñan a restringir
más los términos engordantes que las
comidas, ayudan. Muchos centros,
contrariamente a lo que se espera,
refuerzan la conciencia de obeso; una
conciencia debilitante. Estos centros
cuentan con miembros de larga data. Toda
persona que conserva una auto-conciencia
de obeso siente la necesidad de acudir a
un centro que reúna y consuele a los
que son como ella, y que comparten su
dilema. El dilema es parecido al del
perro que se muerde la cola. Más que
solución se plantea una paradoja: la
paradoja es un bucle sin salida, una
espiral interminable. Más se siente
obeso el individuo, más necesita de
"ayuda"; pero la ayuda que se
le ofrece lo refuerza en su conciencia
de obeso; lo refuerza en su dependencia,
en la sensación de no tener salida.
Crece su necesidad, crece su culpa y
auto-reproche por no progresar.
La
salida definitivamente del dilema no
está en la comida cada vez más escasa.
Eso es una ilusión; huelgan las pruebas
de que se trata de una misión
imposible. Se sale de esta trampa
mediante el uso estratégico del
lenguaje verbal y gestual.
El
uso estratégico del lenguaje ayuda a aclarar puntos
oscuros; por ejemplo definir si el proyecto que buscamos
concretar es el correcto. El buen uso del lenguaje
activa la creatividad, ayuda a generar nuevas ideas,
reconocer posibilidades escondidas,
descubrir significados; inventar nuevos caminos,
encontrar conexiones, ya sea en el nivel individual o en
el social. En todo proyecto
individual o grupal, cuando el individuo o el grupo se
encuentran en estado emocional óptimo, lo que se
encuentra y despliega también es óptimo y positivo.
Las cosas se concretan. Lo contrario también se aplica:
en medio de una corriente emocional enfermiza, inarmónica
o contradictoria, la mente se limita, se nubla. Y así
ocurre con tantos esfuerzos fallidos por bajar de peso
tanto en forma particular como en grupo. El
individuo o el grupo se cierran sobre sí mismos y sobre
sus ideas y no observan progresos a menudo porque están
circulando en mareas emocionales inapropiadas que de
ninguna manera impulsan el progreso en el proyecto. El
pesimismo, por ejemplo, no permite registrar progresos
menores. La rigidez mental propia de la persona que
tiene la idea fija en que es gordo, quien se siente
angustiado, harto, o celoso de los flacos, tendrá menos
chances de adelgazar y conservar su peso ideal a menos
que empiece a hacer cambios en su mentalidad y que lo
regresen a emociones más habilitantes. Los
grupos de gordos anónimos, los centros de ayuda al
obeso que permiten anidar emociones debilitantes
destinan demasiado tiempo al proyecto, malgastan
demasiada energía en su afán por adelgazar. Y aún así,
no prosperan.
Pocos
centros de ayuda al obeso ofrecen apoyatura sólida para
por ejemplo, enseñar a cuestionar; enseñar a soportar
el estado de duda.
Tenga
dudas, muchas dudas si lo que pretende es
liberarse y avanzar en su plan de mejoras
Las
personas por lo general no presentan dudas
donde deberían presentarlas; y se imponen
a sí mismas una variedad de dudas
justamente en asuntos y terrenos donde
mayor debería ser el estado de confianza.
Las prácticas del programa son
provocativas, frontales: por eso resultan
liberadoras. El programa resulta liberador
del sufrimiento con la comida, y liberador
de las creencias condicionantes
y limitantes que guardan relación directa
con el proceso de adelgazar.
Prácticas muy precisas y sencillas
confieren ese poder de
"soltar", de lanzarse. Son prácticas
que aguijonean la conciencia;
que no lo dejan tranquilo al practicante;
que lo harán reflexionar para que pueda
ir de lo seguro, familiar y conocido, a la
duda. Si, la duda es necesaria para
sobrepasarla, aclarar las cosas y luego,
entregarse a la acción correcta.
Pocos
centros de ayuda al obeso ofrecen
apoyatura sólida para por ejemplo, enseñar
a cuestionar; enseñar a soportar el
estado de duda. Las dudas y el abanico de
tantos preconceptos lastiman los proyectos
individuales para adelgazar; los lastiman
con la misma intensidad con que abultan la
facturación de los centros para
adelgazar. La persona de mente
rigidizada en preconceptos no puede
atravesarlos; no los detecta. Esta persona
necesita primero cambiar la mente,
enterarse por propia experiencia cómo
funciona su metabolismo, de lo que es
capaz su sistema cuerpo-mente. Necesita
enterarse, experimentar, asombrarse, para
luego dudar y lanzarse al desafío con espíritu
truinfante.
Muchos individuos en sincero
proyecto para adelgazar pero excesivamente aferrados a
ideas que lo lastiman como por ejemplo, que la obesidad
es una enfermedad, se ven enormemente beneficiados
una vez que consiguen desafiar esas voces de la
industria (incluso de la industria farmacéutica) que lo
han venido rotulando de enfermo y proponiéndole
remedios. Necesitan experimentar, elaborar su
experiencia y llegar a conclusiones propias. Salirse del
engaño, desplazarse de la duda para llegar por fin a la
gran sorpresa al final del camino donde se diluye esa
vasta gama de rumores, errores o
manipulaciones que responden a intereses comerciales.
Dudar
de poder adelgazar VS. dudar PARA poder
adelgazar
Vivir
la duda, ---realmente experimentar la duda--- respecto
por ejemplo, de si la obesidad es una enfermedad o el
resultado de una conducta aprendida en un entorno, en lugar de hacer
trastabillar, resulta de enorme poder habilitante para
adelgazar. Vivir plenamente esta duda
habilita a pensar, discutir, investigar. Muchos obesos
han perdido la capacidad de pensar libremente; de desafiar
teorías y
asumir responsabilidades. Estos persisten en la
obesidad. Un programa que mantenga la mente a raya resulta la manera más
efectiva para refutar tantos rumores que se tienen por
verdades y para asumir enseguida conductas responsables
que serán las transformadoras.
Vivir
la certeza de que la obesidad es una enfermedad ha
generado más gordos y ha aumentado la angustia que
produce la certeza
de que “jamás nos curaremos”.
Pero, a no engañarse,
también esta certeza ha habilitado al gordo a
desbordarse en sus costumbres, o a echar la culpa
afuera, al entorno, a la supuesta enfermedad, o a la
familia y su herencia genética. El uso
estratégico del lenguaje confronta al individuo con una
verdad más alta. Lo fuerza a expresarse con corrección
en los temas que serán de su interés; lo fuerza a
reconocer que hay una única persona en el mundo a la
que jamás podrá engañar y es a sí mismo.
Los
trabajos de este servicio de coaching para adelgazar,
enseñan las múltiples maneras de usar la mente para
revincularse de un modo positivo con la comida y con la
persona de uno. Para comer bien, para modificar el
paladar, para diseñar una auto-imagen agradable y para
delinearla hasta hacerla posible mediante conductas.
Valiéndose del vínculo con la comida como instrumento
sobre el cual desarrollar
el programa, el programa consigue estimular, acompañar al practicante en un "viaje" a la
región de lo "no explorado todavía”: su sistema
cuerpo-mente.
Demasiados
individuos necesitan aprender a conectar y desarrollar los
recursos más destacados de su personalidad; necesitan ayuda
para
reforzar su capacidad de intervenir, de tomar parte
activa en el incremento de su bienestar. Cuando a estos
individuos se les da la
oportunidad de confirmar por sí mismos algunos
fenómenos de sus naturalezas, confirman que toda persona
que se hace responsable de su presente y elabora
correctamente su futuro pautando creencias y actitudes,
efectivamente logra sus cometidos. Esta confirmación derivada de la
propia experiencia resulta un motor de alta potencia
para sus futuras actitudes. El
Coaching para adelgazar invita a tener la experiencia de
adelgazar divirtiéndose, explorándose. Demuestra
mediante hechos concretos que para adelgazar realmente
es necesario instalar un clima interior positivo,
incluso divertido y generar emociones positivas respecto
de la persona de uno; y visiones esperanzadoras respecto
del futuro.
Así como
las emociones adversas afectan mal al metabolismo
y llevan a engordar, las bellas emociones y toda manera
positiva de sentir ayudará al proceso contrario: el de
recuperación. Las
emociones son producto de aquello sobre lo que decidimos
hacer foco y conjeturar. Quien tiene el hábito de mirar
atrás y observar la cantidad de veces que ha sufrido
rebotes de peso a lo largo de su vida no hace otra cosa
que perpetuar el proceso. Y lamentarse. El Coaching para
Adelgazar enseña a desarrollar una mirada futurista;
una actitud productiva. Enseña a construir y vivir
anticipadamente un futuro tentador, que no es menos
real. Y lanzarse a probarlo con entusiasmo.
La
manera positiva de sentir viene mediante el uso estratégico
del lenguaje y por lo tanto, el lenguaje no debe
descuidarse. De otro modo, como puede comprobarse con
solo echar un vistazo, sobreviene irremediablemente, la
resistencia al cambio,
el despliegue de una amplia gama de
contradicciones, de pensamientos ambivalentes, y conductas de auto-boicot.
El viaje más largo del mundo empieza con el primer
paso: el primer paso es tomar la decisión de iniciar el
viaje. Luego vendrán los preparativos, sin ellos, no
habrá viaje. Y tomar la
decisión depende de uno, de lo que se diga a sí mismo,
de lo que elija oír, de las imágenes a las que elija
atender, del gesto automático que surgirá de su
naturaleza ante la idea de iniciarlo.